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viernes, 23 de septiembre de 2011

Introspección, laboratorio, la Batalla de Angband y el Cóndor Pasa

No es como que suceda seguido.
A veces el simple hecho de mirar las hojas caer ocupa mis pensamientos, no más, no menos.
Pero ahora estoy dentro, dentro de un lugar un tanto ajeno, por así decirlo, dentro de más de cuatro paredes, en los recovecos de un antiguo -pero vivo- laboratorio de la Facultad de Psicología.

Investigando, vinieron a mi mente toda clase de pensamientos lejanos, todo lo que había logrado acallar por momentos, de pronto todo estuvo aquí; las cosas que duermen normalmente mi ser están allá afuera, creciendo, muriendo, renaciendo; está afuera el agua estancada a lo largo de la lateral de un pasillo, están las flores, los árboles, está el pasto con forma de letra griega, están los pájaros, el aletargado canino al que llamamos Paloma, están las personas, las figuras, los colores, los sentimientos, las ideas, las malas interpretaciones. Aquí adentro sólo hay una computadora portátil y no mucho por hacer.

Nada parece muy relevante.
De cuando en cuando se oyen conceptos lanzados al aire, discusiones, debates; de pronto se discute el psicoanálisis, las teorías conductistas, el ciclo del sueño, la fase REM...
La Batalla de Angband es narrada en inglés a mis oídos; pero me canso a la decimoséptima reproducción, ese idioma definitivamente no es para mí.

Ahora el Perú me narra su historia, me enamora, seduce mis pensamientos mientras el cóndor pasa, mientras las letras se juntan caóticamente... en fin; no hay novedad. Sólo estoy aburrido... Nos vemos, algún día.