Que sólo permanezcan las montañas...
El vaivén de los vagones me hace pensar, la calle, el concreto, me remiten a ti; todo por cuanto lucho parece tener tu marca, quisiera de pronto no ser y que, de este mundo, sólo permanezcan las montañas.
He tirado todo por la borda, he decidido vivir de sueños, de falsas esperanzas; he encomendado mi vida al destino, por más que no crea en él; hoy quiero borrar todo y comenzar todo de nuevo; quiero dejar de lado los complejos, las vacilaciones, las calles y hasta, con el dolor de mi corazón, aquellos vagones blanquiazules; hoy quiero que sólo permanezcan las montañas.
Y si al final todo aquello que nunca fue no lo sea, y si nunca la esperanza regresa a mi voz, y si mis ojos pierden su luz por alumbrarte los senderos, me daré por bien servido; si mi fin se sacrifica por tus sueños, seré completo, pues tú eres el más importante de ellos; al final, como consolación y desconsuelo, solo puedo pedir al viento que sólo permanezcan las montañas.
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