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martes, 1 de noviembre de 2011

Ramiro -Del Día de Muertos-

No, no es que sienta alguna fijación con la muerte.

Estoy aquí sentado, sí, frente al enorme camposanto, esperando que la gente se disperse un poco; hoy han enterrado a dos afortunados.
Afortunados, sí, eso son, porque no cualquiera se muere el mero día dos de noviembre. Vaya que México es un país extraño. 

Allá va la última carroza, andando con pena; a ese sí lo conocía, un tal Juan del Prado, todos le decían El Tuerto, porque le faltaba una mano -mal chiste, lo sé-.

Atardece con sopor, como siempre lo ha hecho por estos lares, el Sol mismo parece un vivo yéndose a dormir, la Luna, la poeta, es el muerto, que regresa a beber hasta hartarse.

"¡Ramiro!"
"Mande usted, abuela"
"Anda a acarriar los chivos, pa' que los muertitos no se tropiecen en su camino a la casa"
"Sí, abuela"

No, no es que tenga alguna fijación con la muerte; es que siempre me ha gustado.
Mi mismo padre me lo enseñó, el Tata, le decían todos, brujo de los buenos, de esos que no en cualquier pueblo se hayan.

Se oyen repicar las campanas de la Iglesia, se llama a la última misa del día de hoy, luego de eso se cierra el templo hasta la mañana siguiente.
Un padre nuestro mientras cruzo la puerta a reventar de almas en pena vivas, para después ir a donde se encuentran las muertas; los chivos nomás me siguen.

"¡Ramiro!"
"Mande usted, abuela"
"Córrele a trair las cempasúchil pa'l altar, que ya se vienen las Lloronas y los veladores"
"Sí, abuela"

Vaya Catrinas las Lloronas.
Visten de morado, como siempre; allá viene la de rojo, toda pintarrajeada, como para hacer más mitote.
Sea de cada quien, me gustan sus vestidos y sus sombreros de ala ancha decorados de flores de papel que con lluvia parece que lloran. Hoy no hay lluvia, ya será pa'l próximo año.

No, no es que posea alguna fijación con la muerte, simplemente, no sé, hay algo que me atrae a ellas.
Nadie parece notar que los chivos me siguieron.
Una Catrina me divisa y pela bien los ojos, parece como entre sorprendida y emocionada.

"¡Ramiro!"
"Mande usted, abuela"
"Pásame el champurrado y un tamal de dulce, que los muertos sólo lo probamos una vez al año"
"Sí, abuela..."

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