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martes, 3 de enero de 2012

Soledad

A veces muero.

A veces me gusta hacerlo.
A veces vivo, y por demás lo disfruto.
Imagina ahora que no hago ni la una ni la otra.
Hay frío, fuera, dentro, hay frío; no siento ni mis pensamientos, no hay salida, ni entrada, ni cura, ni enfermedad.
Estoy solo.
Solo.

No importa, lo he estado otras veces.
Soy el de siempre, solitario, errabundo.
Un simple caminante soy, un perdido, un hombre por lástima más que por definición.
Un juglar sin laúd, sin flauta; estoy solo, solo en la oscuridad.
Pero no es así.
La peor soledad es la que se espera, la que duele, pero hipnotiza; la aparente, la que se siente al ser abrazado.
No hay peor soledad que sentir hasta sus labios fríos, marchitos.
Varios caminos se toman.
¿Amistad?
¿Cuánto vale?

¿Cuánto vale el amor?
¿Alguien acaso puede decírmelo?
¿Hay alguien que pueda medirlo?
¿Cuánto pesa el alma? ¿cuánto, caminante, cuánto?

Como se comercia con lo marchito veo pasar los días, las horas; los minutos burlones y los segundos con prisa. Como se besa en la oscuridad sueño, y paso las noches en vela.
¿Amistad?
¿Cuánto vale?
¿Cuánto vale el amor eterno?
¿Una noche dura? ¿una noche solamente?

¿Amistad?
¿Cuánto vale?
¿Cuánto es lo que se entrega en el desenfreno?
¿Cómo terminas así?
¿Cómo las promesas se hunden en el lodo? ¿cómo las revuelcas en su inmundicia?
Ahí están, podridas en su muerte, en su olvido; ahí están, ahogadas de borrachas en orgías inacabables; ahí están, mirando con sus ojos lascivos, funestos, horrendos, y por demás repugnantes.
¿Dónde está tu dios, caminante? ¿Dónde?
¿A dónde lo haces voltear cuando le escupes en la cara, cuando gimes en orgásmico placer y te burlas?

No, yo no tengo dios, ni mucho menos, pero tú, tú lo tenías, y aún a veces te dignas de tenerlos.
Soledad.
Es lo que me queda, soledad.
Toda esperanza se desvanece entre los últimos deseos de mi ingenua confianza.
Todo beso duele, espina.
Todo abrazo congela, hiere; todo recuerdo quema, sí, quema con el frío eterno que yace entre tu cielo y el mío.

Hoy estoy solo; amo, pero estoy solo; río, pero estoy solo; por un día estoy solo, y eso es más que suficiente.
No hay luz, no hay más que suspiros.
Hoy estoy solo, y ningún abrazo calma mis ansias, mis lágrimas, mis ojos a mirar el pasado.
Porque hay figuras que nunca debí olvidar, y otras más que aún intento alejar.
Hoy estoy solo, porque hay sonrisas, porque hay miradas que enamoran.

Hoy simplemente siento la soledad marchita, que seca poco a poco.
Soledad, no me abandones.
Soledad.

Soledad, simplemente soledad.
Y a veces, sonrío.

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