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domingo, 4 de marzo de 2012

Gris odisea

Gris odisea.
Fingir no estar vivo para estarlo y viceversa. Surgir de entre la multitud. Cumplir aquellos sueños que se rompieron antes de echar a andar.

A veces hay que detenerse a pensar lo que esta gran masa de hierro y concreto guarda en su corazón.
En el alma de la ciudad los ves. Sin rumbo, sin rostro, sin corazón. Individuos que no influyen en tu vida, pero sin los cuales la misma sería nada.

Es de pronto como aparecen las visiones. Alteran la realidad con luces, con humo y espejos; simplemente ilusiones, falsas esperanzas. Si detienes un poco la mirada no ves nada más que el sucio vitral de un escaparate antaño abandonado. Las nubes de polvo no parecen tener piedad. Miedo.

Comienzas la búsqueda de un ‘yo’ a quien dirigirte.
Buscas un alma, un ser; intentas recordar tiempos felices y construir mejores futuros. Al fin la conclusión no llega. Tienes que esperar.
La búsqueda que te ha tomado una vida te tomará otra más, y luego otra si es posible. El final es solo fingir, dudar. No hay mejor definición de vida que los hechos y las palabras quedan en segundo plano.

Vicios, virtudes. Nada vale.
Gris odisea. Mentiras.


Finalmente nada es todo, todo es uno, y uno vuelve a ser nada. Ciclos pequeños dentro de uno más grande. El por qué se sigue discutiendo.


Una analogía lleva a otra, mientras las lágrimas regresan la mente a la realidad. Aún están ahí los edificios grises, marrones; las calles. El concreto y el ruido de los caballos de acero inundan el ser, mientras la contaminación aparente refleja el curso de la vida en esta poco organizada sociedad. Al final, lector, solo cuenta lo que hayas imaginado. Al final, todo es relativo…

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